De acuerdo con los organizadores del Tianguis artesanal y cultural “Saberes, sabores y tradiciones”, es una de las principales representaciones estéticas que tienen los huicholes.
El pueblo huichol tiene como tradición empezar el Ojo de Dios cuando un bebé nace, siendo los padres del niño los encargados de hacerlo, se le da una vuelta de cada color con cada año de vida. Sin embargo, no es solo tejer el amuleto, pues tiene un significado más espiritual.
Después de que nace un huichol y cumple su primer año de vida, también conocido como wirraca o ave que canta se lleva como ofrenda al kalihuey o templo un tzicuri con un solo rombo, al siguiente año se hace lo mismo, pero ahora contiene dos rombos, así consecutivamente hasta llegar a los cinco años de edad. A partir del quinto año de vida, el niño llevará por sí solo la ofrenda a los dioses.
Cuando cumplen cinco años el padre y el hijo van al mar, arrojan el Ojo de Dios y agradecen que el niño pudo llegar a esa edad. Este año es muy importante ya que siendo más jóvenes son propensos a ser atacados por animales ponzoñosos.
El tzicuri también simboliza los cinco puntos cardenales indígenas: norte, sur, oriente, poniente y arriba y abajo. Sus colores simbolizan el poder y se cree que sirven para ver y entender las cosas desconocidas.
Para hacer la versión más común se necesita cruzar ambas varas formando una equis y con la hebra de estambre se empieza a tejer dándole vueltas a la madera, poco a poco el talismán irá tomando forma.
Se puede practicar este arte en el Jardín Pushkin en el Tianguis artesanal y cultural “Saberes, sabores y tradiciones” en la delegación Cuauhtémoc, donde este y otros talleres están disponibles para difundir la pluriculturalidad indígena mexicana.
Por Saraí Domínguez